A su vez propone que la astropolítica «se identifica como una teoría política determinista que manipula la relación entre el poder del Estado y el control del espacio exterior con el propósito de extender el dominio de un único Estado sobre toda la Tierra. Supone que el Estado que domina el espacio es elegido específicamente por los rigores de la competencia como la nación, cultura y economía política y moralmente superior» (Dolman, 2002, p.13).
El autor comenta que si algún día la humanidad abandonara el modelo de dominio estatal (piensa que es algo improbable a corto a corto plazo, pero probablemente inevitable a largo plazo), se uniera como especie y saliera al cosmos como un solo pueblo, la astropolítica proporcionaría el plan de exploración necesario y la justificación moral del éxito.
Otro concepto clave de Dolman es el de Astroestrategia, la define como «la identificación de lugares críticos terrestres y del espacio exterior, cuyo control puede proporcionar el dominio militar y político del espacio ultraterrestre o, como mínimo, puede asegurarse contra el dominio de un posible estado adversario» (Dolman, 2002, p.12). Este concepto nos permitirá explorar a continuación la teoría de las regiones astropolíticas que propone este autor.
Regiones Astropolíticas de Dolman
Dolman presenta una visión reforzada de las nociones geopolíticas clásicas, pero llevadas al espacio. Comenta que «los estados que deseen seguir siendo soberanos deben, como mínimo, impedir que otros estados obtengan control vital de lugares, rutas y puntos de estrangulamiento espaciales estratégicos» (Dolman, 2002, p.53)
En el capítulo 3 del libro presenta un modelado astropolitico del espacio. En él, aparte de explicar detalladamente la mecánica de las orbitas, desarrolla el concepto de cuatro regiones espaciales: el sistema terra, el espacio terrestre, el espacio lunar, y por último el espacio solar. A continuación, se describirán en base a sus características físicas:
El sistema Terra o la Tierra, incluida la atmósfera que se extiende desde la superficie hasta justo debajo de la altitud más baja capaz de soportar una órbita sin energía. También se conoce como línea de jurisdicción primaria de Kármán. Dolman habla de que la inclusión de una región terrestre es un concepto crítico para su modelo y es un escenario adecuado para las actividades espaciales. En este sistema, la Tierra y su atmósfera son los equivalentes conceptuales de una zona costera para el espacio exterior, actúa como un puerto, ya que todos los objetos que entran en órbita desde la Tierra y vuelven a entrar desde el espacio deben pasar a través de ella. Es en la superficie de la Tierra (Terra) donde se realizan todos los lanzamientos espaciales actuales, comando y control, seguimiento, enlace de datos, investigación y desarrollo, producción, actividades antisatélites y la mayoría de las operaciones de servicio, reparación y almacenamiento.
El espacio terrestre, desde la órbita viable más baja hasta un poco más allá de la altitud geoestacionaria (unos 36.000 km). El espacio terrestre es el medio operativo para los satélites de navegación y reconocimiento más avanzados del ejército, y para todo el armamento espacial actual y planificado. En su límite inferior, el espacio terrestre es la región de vuelo de los misiles balísticos de mediano y largo alcance posteriores al lanzamiento, también llamada órbita terrestre baja. En su extremo opuesto, el espacio terrestre incluye el tremendamente valioso cinturón geoestacionario, poblado principalmente por satélites meteorológicos y de comunicaciones.
El espacio lunar es la región que se encuentra justo más allá de la órbita geoestacionaria hasta un poco más allá de la órbita lunar. La luna de la Tierra es la única característica física visible evidente en la región, pero es sólo una de varias posiciones estratégicas ubicadas allí. Es una región que acrecentara su importancia en las próximas décadas.
Por último, habla del espacio solar consiste en todo lo que hay en el sistema solar (es decir, dentro del pozo de gravedad del Sol) más allá de la órbita de la Luna. La explotación del espacio solar utilizando las tecnologías actuales es bastante limitada, pero es el próximo gran objetivo de las misiones tripuladas y la eventual colonización humana permanente.
Imagen 1: Cuatro regiones espaciales. Fuente: (Dolman, 2002, p.61)
Algunas consideraciones físicas para los sistemas terrestre y lunar.
En el espacio, la gravedad es el factor más importante tanto para comprender como para atravesar la topografía del espacio. Dicta viajes prudentes y colocación de activos estratégicos. Las ondulaciones invisibles del terreno del espacio exterior, las colinas y los valles del espacio, se denominan más propiamente pozos de gravedad.
Representar este terreno es difícil, pero una representación bidimensional es la de un peso que se hunde en una lámina de caucho estirada con destreza (ver Imagen 2). La masividad del cuerpo determina su profundidad. Viajar 35.000 km desde la superficie de la Tierra, por ejemplo, requiere 22 veces más esfuerzo que viajar una distancia similar de la superficie de la Luna, ya que el pozo de gravedad de la Tierra es 22 veces más profundo.
Imagen 2: Comparación de los pozos de gravedad entre la Tierra y la Luna. (Dolman, 2002, p. 63)
El concepto de pozo de gravedad comentado anteriormente tiene implicaciones importantes para operaciones tanto militares como de transporte/logística espacial y la ubicación de estaciones de paso. Dolman (2002) comenta que las naves espaciales que se encuentran más arriba en el pozo de gravedad tienen más tiempo para observar y reaccionar a los ataques que aquellas que se encuentran en posiciones más bajas, por lo tanto, la verdadera ventaja táctica y operativa en el espacio sería para aquellos que pudieran dominar la parte superior de los pozos de gravedad, y las mejores posiciones eran aquellas que, debido al contrapeso de las fuerzas gravitacionales, no tenían ninguna atracción hacia abajo en ninguna dirección.
Quizás las ubicaciones de puntos más intrigantes útiles para bases estratégicas o comerciales en el espacio Tierra-Luna sean las anomalías gravitacionales conocidas como Puntos de Liberación de Lagrange[1], llamados así en honor al matemático francés del siglo XVIII que postuló por primera vez su existencia. Lagrange calculó que había cinco puntos específicos en el espacio donde los efectos gravitacionales de la Tierra y la Luna se cancelarían entre sí (ver Imagen 3). Un objeto fijado en uno de estos puntos (o dicho más exactamente, en órbita estrecha alrededor de uno de estos puntos) permanecería permanentemente estable, sin gasto de combustible. La atractiva propiedad de los puntos de libración es que mantienen una relación fija con respecto a la Tierra y la Luna. En la práctica, debido a perturbaciones en el entorno espacial, incluidas erupciones solares, deriva y oscilación orbital y micrometeoritos, sólo dos de los puntos de Lagrange son efectivamente estables: L4 y L5.
En L1 tenemos por ejemplo la sonda GRAIL o el observatorio solar SOHO, y en L2 hemos situado el satélite WMAP, el observatorio Planck, el satélite astrométrico Gaia, o el telescopio espacial James Webb.[2]
Imagen 3: Puntos de Lagrange. (Dolman, 2002, p. 66)
[1] Nota: no hay ningún objeto natural en los puntos L1, L2 y L3. En los puntos L4 y L5 que son estables, hay muchos cuerpos naturales.
[2]Véase: https://elseptimocielo.fundaciondescubre.es/descubre-el-universo/100-preguntas-100-respuestas/astronautica/que-son-los-puntos-de-lagrange/